Las reacciones sociales ante la tartamudez la convierten en algo indeseable porque la persona siente que se diferencia negativamente de los demás.
La sensación de hablar de un modo diferente, sobre todo con personas que son importantes para quien tartamudea, tiene el potencial de perjudicar el funcionamiento espontáneo del habla-comunicación porque:
• La persona que tartamudea en general, tratará de evitar, esconder y controlar su tartamudez, lo que lleva a prever las palabras o sonidos en los ella ocurrirá. La previsión genera temor y funciona como una amenaza. Esto produce tensiones que traerán como consecuencia un incremento de su tartamudez.
• De esa forma, la previsión de que va a tartamudear se confirma y por temor a las posibles reacciones sociales negativas que esto conlleva, el deseo de esconderla se mantiene o crece. Así quien tartamudea sólo se permite hablar intentando controlar la tartamudez.
El habla es una función espontánea que no permite control e intentar controlarla perjudica su funcionamiento produciéndose trabas. Esto queda comprobado cuando se observa a la persona que tartamudea en situaciones en las que no se preocupa por ocultar y controlar su tartamudez: allí puede comunicarse fluidamente, como al hablarle a un bebé, un niño o una mascota.
Se comprueba también por el hecho de que tartamudear varía de acuerdo al interlocutor y es determinado por las situaciones de comunicación vividas. Algunos afirman que hablar con conocidos es más fácil, mientras que para otros es lo contrario.
En síntesis, la tartamudez es un modo de comunicarse que implica a otro, cuya opinión se considera importante.
Todo eso muestra que la persona que tartamudea no puede ser considerada culpable ni responsable por tartamudear, puesto que, de hecho, es víctima de un modo de hablar que la aprisiona. Es decir que el tartamudo no puede dejar de tartamudear porque lo desee ejerciendo control sobre su habla, ya que cuanto más lo intente más tartamudeará.
Para tratar la tartamudez es aconsejable buscar un profesional especializado, que sea capaz de comprender y desarmar el entramado de síntomas que la persona ha ido armando durante su vida, con el objetivo de buscar una comunicación-habla espontánea que le permita expresarse automática y libremente, sin temer que lo va a hacer tartamudeando. Es decir, que se permita recuperar la espontaneidad.