Existen muchas formas de tratar a personas que tartamudean. Las más conocidas y practicadas son aquellas que emplean técnicas y/o aparatos con la finalidad de reducir la frecuencia e intensidad del tartamudeo a través del control del habla. Estos tratamientos pueden dar la sensación de una rápida mejoría y cura a corto plazo. Sin embargo, se ha comprobado que, en la mayoría de los casos, los cambios que se observan de manera inmediata no se mantienen en el tiempo y la recaída es inevitable.
Diversos estudios han demostrado que debido a que el habla es una función espontánea, tratar de controlarla produce un efecto contrario al esperado y mientras más control exista, más trabas se producirán. Los tratamientos que abordan las necesidades de las personas y el impacto de la tartamudez en sus vidas, obtienen mejores resultados.
Por este motivo, el tratamiento de la tartamudez debe dirigirse a cambiar el modo que el tartamudo tiene de relacionarse con su habla y consigo mismo. Para ello es necesario, entre otras cosas, modificar las creencias que la persona tiene sobre su imagen de mal hablante y manejar el miedo, vergüenza y sufrimiento que le produce el tartamudear.
El éxito de cualquier tratamiento para las personas que tartamudean no está en el logro de la fluidez absoluta del habla, sino en el logro de la capacidad de experimentar los momentos de tartamudeo sin miedo, vergüenza, ni sufrimiento, pues tartamudear sin temor genera fluidez.
Para el tratamiento de la tartamudez consulte a un profesional debidamente capacitado en la atención de los problemas de la fluidez del habla.